Con la cadencia del llamador y el repique del alegre, emergen como de manera mágica las notas de la flauta de millo o pito atravesao’. Un instrumento milenario, exponente del legado indígena; la Costa Caribe Colombiana tiene el privilegio de iluminar sus sones con el resplandeciente sol que la calienta, o con la luz de la esperma que yace empuñada por una danzante en la rueda de cumbia, el mover de su cadera mitiga el ardor que deja el vestigio de las velas al pasar por sus manos... Es una conversación hermosa, miradas, golpes al cuero templado del tambó’ y como si se tratara del realismo mágico de García Márquez, el canto agudo del millo entonando la gloriosa melodía que se “sabrosea” en un contoneo infinito, en un coqueteo interminable, en la danza del enamoramiento, aquella que diera a conocer la cultura de Colombia en el mundo entero; su majestad La Cumbia expresada entre tantos instrumentos, hoy, desde una Flauta de Millo.
Barranquilla ha sido epicentro de los grupos de millo durante años, los ritmos que se obtienen de este instrumento ya sean cadenciosos o alegres hacen parte de la idiosincrasia de su gente, es un derroche de alegría, de orgullo, de sabrosura. No obstante, en los últimos años se ha visto una disminución considerable no sólo de su interpretación, sino también de sus intérpretes, pareciera que se reduce a ser una manifestación carnestoléndica, cuándo la realidad es que los sones de millo son incorporados al carnaval, pero sus orígenes son aún más remotos Entonces surgen interrogantes ¿El millo atraviesa una crisis? ¿Qué dicen sus intérpretes? ¿Qué factores influyen en este fenómeno?
Lisandro Polo, rey momo y cofundador del grupo tambó expone la inexistencia aparente de una crisis. De otra parte, Gustavo Giraldo, especialista en manejo de redes sociales, historiador y asesor de Televista coincide con Polo en que lo que se está dando lejos de una crisis es un proceso evolutivo a través de la fusión.
Finalmente, como dijera Jorge Mulet, músico de la Universidad del Atlántico, las condiciones económicas no son alentadoras para quienes hacen folclor, muchas veces las personas que quieren contratar no retribuyen lo que vale un toque si tener en cuenta el profesionalismo y la movilidad de instrumentos. Este flagelo ha afectado a músicos representativos como es el caso de Checo Acosta quien el año pasado no fuera contratado para ninguna presentación representativa en el carnaval, cuando él es un exponente visible de esta corriente, ojalá en el afán de subsistir , las nuevas generaciones musicales no sacrifiquen la esencia de lo nuestro, aun cuando es comprensible el sinnúmero de peripecias a las que se enfrentan por mantenerse a tono en medio de la “crisis”, porque de llamar evolución a la fusión, el riesgo es perder los elementos identitarios, el distintivo, el sonido agudo, el sabor, el milenario millo.
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